martes, 15 de mayo de 2007

Un enano

Al principio, el traje me apretaba un poco. Así que fue a la Sastrería “Juan Torres” ubicada en Defensa al 340; qué trajes, qué atención, qué señores, qué de sastres que había.
Le pedí que me bajara las mangas, que me acortara las bocamangas, y que me planchara la capa, que es, sin duda, lo que más se arruga.
Tuve que intervenir ante un enano con la camiseta de Atlanta que se dedicaba a escupir a la gente que andaba en Alfa Romeos. El Enano, (luego supe que se trataba del amante de un alto funcionario) salió corriendo y se metió en la Biblioteca Nacional. Trepando por las paredes, llegué al techo. No me animé a volar sin la capa, que dejé en las sastrería para que me la plancharan.
Y en el quinto piso lo enganché, y desde la ventana le espeté un discurso que bajé de www.mauriciomacri.com. No soy macrista, pero me sirvió. Finalmente, el Enano me pidió perdón, y lo perdoné.
Zolabaak es magnánimo.
Amigos, les recomiendo la sastrería. Trabajan bien, aunque el dueño es un hijo de puta.

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